El tatuaje desde su origen hasta hoy
Como un símbolo de rebeldía y liberación entre los jóvenes. Como prueba de amor a la pareja o a una madre. Como recuerdo de un ser querido o símbolo de poder. La historia del tatuaje se engloba en un libro de siglos, ya que aunque parezca una técnica novedosa, realmente hablar del tatuaje es hablar de un arte milenario.
Hoy en día es fácil caminar por la calle y encontrarnos con personas que llevan tatuada alguna parte de su cuerpo. Las zonas preferidas a la hora de plasmar un dibujo de tinta eterno suelen ser los brazos, los tobillos y la espalda, aunque se quedarían realmente sorprendidos si supiesen los lugares del cuerpo humano en los que han llegado a trabajar los tatuadores. Quizás en sus orígenes, el ser humano era más arriesgado, pues no le importaba tatuarse la cara o hasta el cuerpo entero. El tatuaje, con diferentes técnicas y pigmentos, era un símbolo de la prehistoria y llegó a ser un elemento identificativo de piratas, presos y maleantes. Con los años 80 del siglo XX, la moda del tatuaje cobró fuerza, y la palabra democracia parecía ir de la mano de tatuaje. ¿Es un elemento propio de un sector social concreto? Aunque desde siempre ha sido asociado a los heavies o los roqueros, realmente un tatuaje puede llegar a ser un elemento fino, elegante y a veces hasta sexy. ¡Lo importante es sentirse bien llevando tatuajes!
El Tatuaje en la prehistoria
Echemos la vista atrás. Tenemos que trasladarnos hasta la Edad de Piedra para hallar los orígenes históricos del tatuaje. A comienzos de los años 90, se encontró en un glaciar los restos de un cazador de la era Neolítica que presentaba la espalda y las rodillas tatuadas, aunque antes de esta momia prehistórica, fueron descubiertos los restos de la diosa egipcia del amor y la fertilidad; la sacerdotisa Amunet. Otro ejemplo lo encontramos en la cueva de Aurignac (Francia), donde se hallaron restos de pequeños huesos, que por lo investigado, podrían haberse empleado para tatuar. Estos tatuajes solían tener formas lineales y simples, con diseños de puntos y rayas.
El origen de los tatuajes y sus creencias divinas relacionadas
Nos trasladamos hasta el año 1.000 a.C. En estos tiempos, los antiguos pobladores de la Polinesia ya comenzaron a grabarse diferentes motivos geométricos en casi la totalidad de su piel. Si analizamos la etimología del concepto, apreciaremos que la palabra “tatuaje” es de origen polinesio (“ta” significa golpear, “tau-tau” hace alusión al choque entre dos huesos). Algo muy parecido hallamos en el estilo Moko Maorí de Nueva Zelanda, el cual es el claro ejemplo del tatuaje tribal. El tatuaje en las sociedades tribales se comenzaba a hacer presente a partir de los 8 años y se extendía de forma paulatina y dolorosa a lo largo de toda la vida. Aquella persona que portaba más tatuajes en su cuerpo demostraba que poseía un mayor rango social. Los maoríes consideraban que gracias a los tatuajes lograrían atrapar la energía cósmica, de tal modo que si sus difuntos no tenían tatuajes, la hechicera acabaría comiendo sus ojos y el alma del fallecido no alcanzaría la inmortalidad. En las Islas Marquesas de la Polinesia ya comenzaba a verse el significado erótico-sexual del tatuaje, pues las mujeres se tatuaban los dedos de las manos y las orejas, así como la vulva con símbolos obscenos. Esta civilización consideraba que al morir, la piel debería ser retirada del cuerpo, ya que al guardián del paraíso no le gustaban los tatuajes.
El tatuaje usado como marca de castigo para algunos
El tatuaje como símbolo de castigo también fue una concepción muy extendida en la época griega y romana. Los médicos griegos y romanos comenzaron a practicar la remoción de tatuajes. El emperador cristiano Constantino, lanzó un decreto en el que condenaba en Roma esta práctica calificada como “marginal”.
En la antigua Birmania, era muy común que las mujeres tatuasen su rostro con carbón y una espina, con la intención de que su belleza desapareciese y así evitasen ser rechazadas por el rey de Myanmar. Aunque a día de hoy es difícil encontrar chicas jóvenes tatuadas en Birmania, cierto es que en algunos poblados aislados aún se ve esta práctica tan dolorosa en la que, a la hora de tatuarse alrededor de la boca, la mujer sólo puede alimentarse a base de líquidos. Así mismo, el pueblo indígena Taroko (Taiwán), también solía hacerse tatuajes faciales al alcanzar la madurez, ya que solo aquellos tatuados podrían cruzar el Puente del Arco Iris hacia el cielo.
El tatuaje logró la entrada por medio de las rutas comerciales a la India, China y Japón, quedando reservado a aquellos que habían cometido crímenes serios. El emperador Matsuhito, ante la apertura de Japón al occidente decidió prohibir los tatuajes para no dar la impresión de salvajismo ante los extranjeros.
La llegada del tatuaje en Occidente
El tatuaje llegaría a occidente gracias a los exploradores de los siglos XVIII y XIX, como el capitán Cook, que quedó sorprendido de todo lo visto en los poblados de Las Marquesas y los maoríes. Todo ello explica la relación que siempre ha existido entre los tatuajes y los marineros. Sin ir más lejos, los miembros de la realeza británica que regresaban de sus expediciones por los Mares del Sur llevaban tatuado su brazo derecho como recuerdo de su trabajo. Resultaba muy común tatuarse en los nudillos las palabras “Hold Fast” (“mantenerse firme”), antorchas (propias de los marines que habían atravesado las aguas del Atlántico) y dragones (marineros que habían viajado a China).
Un ejemplo más reciente de la historia del tatuaje lo encontramos en la Alemania Nazi. Los prisioneros de los campos de concentración eran tatuados como símbolo de identificación y humillación, como si fuesen ganado. Hay que recordar que la Ley Judía no toleraba las marcas sobre el cuerpo humano.
El tatuaje carcelario
Los tatuajes carcelarios merecen un capítulo especial, pues los presos fueron de los primeros grupos sociales en emplear esta técnica como elemento identificativo, de rebeldía y de pacto carcelario. Normalmente suelen responder a temáticas religiosas o al diablo en el caso de los presos acusados por violación, los agnósticos y los ateos. Otros deciden tatuarse su nombre o iniciales, aunque la esencia de la cárcel siempre fue el tatuaje afectivo. Desde los griegos se tatuaban en la zona del pecho los nombres de su madre o su mujer amada, símbolo de amor eterno. Los tatuajes agresivos (aves de rapiña, fieras, puñales, espadas y hasta calaveras) son un ejemplo del carácter feroz e incluso asesino de los presidiarios. A lo largo de la historia, los presos siempre han intentado plasmar en su piel las crueldades de la vida por las que han pasado; auténticos libros de tinta. Otra alternativa la encontramos en el tatuaje erótico-sexual, presente durante siglos. Los primitivos tatuajes japoneses solían rendir especial homenaje a la figura de las geishas. Los presos suelen tatuarse la zona de los brazos, la pelvis y las piernas con elementos varoniles (heterosexuales) o mariposas (homosexuales), reflejando su apetencia sexual. Actualmente los tatuajes se siguen realizando en las cárceles de forma manual, como si de un rito se tratase, empleando un motor de radio del que se desprende un objeto punzante (bolígrafo, tenedor o cuchillo). El pigmento utilizado suele ser tinta china o tinta de bolígrafo.
Los primeros profesionales del tatuaje con máquina de tatuar
En América, donde la historia de los tatuajes es legendaria, encontramos a uno de los primeros tatuadores profesionales; C.H.Fellows. El primer estudio de tatuajes fue abierto en 1870 en Nueva York por Martin Hildebrant, inmigrante alemán. Su mayor competencia fue Samuel O’ Reilly, inventor de la máquina de tatuar en 1891. Se trataba de una potente maquinaria inspirada en una pieza anteriormente inventada por Thomas Edison. A comienzos del siglo XX existían estudios de tatuaje en casi todas las ciudades importantes.
Si nos trasladamos hasta nuestro país en el tiempo, podemos contemplar que el tatuaje comenzaría a cobrar relevancia a partir de los años 60-70, cuando en las zonas portuarias los marineros y las personas adineradas que contaban con embarcaciones comenzaron a desarrollar esta práctica. El tatuaje debe mucho a los hippies de estos años, que con sus grandes y coloridos diseños hicieron resurgir una técnica que parecía olvidada. Ya a principios de los 80 comenzaría a extenderse hasta las clases media-alta a partir de la creación de un modelo de cultura alternativa y extravagante. Nuevos movimientos culturales como el punk, el heavy y el rock comenzaron a poner en alza al tatuaje.
Aunque los hippies fueron los primeros en popularizar el tatuaje, hoy en día resulta muy sencillo encontrar tatuados los cuerpos de oficinistas, maestros y directivos. El tatuaje ha conseguido popularizarse entre todas las clases sociales, eliminando cualquier tipo de estereotipo que lo convertía en una técnica propia de marineros, delincuentes y maleantes.